domingo, 17 de febrero de 2008

NO TOMES NI MANEJES…..

JACQUELINE SABURIDO “UN CASO REAL OCURRIDO EN TEXAS EN 1999”


Jacqueline Saburido es una joven venezolana que viajó a Austin, Texas (EE.UU) para estudiar inglés. Tenía 20 años en 1999. Anteriormente se describía a sí misma como una “Chica de Universidad” que disfrutaba nadando, bailando flamenco y pasando el tiempo con su familia y amigos. Un mes después de su llegada, cuando regresaba a su casa en automóvil con amigos, luego de un cumpleaños, un conductor borracho provocó un accidente que le causó la muerte a dos de sus acompañantes, heridas a otros dos y quemaduras gravísimas a ella, que la desfiguraron por completo.

EL ACCIDENTE

El día del accidente (19 de septiembre de 1999) Saburido iba en el asiento del acompañante con su cinturón de seguridad puesto. El choque fue frontal y en sólo cuestión de segundos el automóvil empezó a incendiarse en la parte delantera. Reggie Stephey, el conductor del otro vehículo, resultó ileso gracias al airbag. El análisis de alcoholemia le dio 0,13 cuando el máximo permitido es de 0,08. Él fue quien llamó al 911, pero dos paramédicos, que de casualidad pasaban por el lugar, empezaron a asistir a las víctimas.

Pero pronto el fuego en el interior del automóvil se reavivó, y Saburido aún estaba ahí. Aunque uno de los socorristas hizo todo para rescatarla, el fuego le alcanzó la cara, intentando protegerse con las manos. Llegaron los bomberos y apagaron el fuego. Saburido no se movía, era una "silueta negra". Un helicóptero la trasladó a la unidad de quemados del Centro Médico de la Universidad de Texas. Llamaron a sus padres con carácter de urgencia, que estaban en Caracas, para que viajaran lo antes posible, mientras Saburido estaba debatiéndose entre la vida y la muerte, entre momentos de conciencia y estados de shock.

Sufrió quemaduras de tercer grado en el 60% de su cuerpo y lo peor le tocó a su cara, manos, muslos, parte de la espalda y la zona bajo las rodillas.

Los médicos hicieron hasta casi lo imposible. Arreglaron fracturas en un brazo, una pierna y una mano. Batallaron contra infecciones y fiebre altísimas. Probaron con autoinjertos y piel de un donante cadavérico. Incluso apelaron a las sanguijuelas (leeches) para ayudar a reestablecer la circulación sanguínea. Hoy Saburido ya no tiene cabello, perdió la nariz, los labios y la oreja derecha, recibió un trasplante de córnea y le amputaron parte de los dedos de las manos. La operaron más de 50 veces.

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